El
siglo XVIII fue un tiempo de conflicto entre las potencias europeas.
Francia, Inglaterra y España convierten el Golfo de Vizcaya en un
escenario de guerra marítima. Tras la Revolución Francesa, España
se alía con las monarquías que hacen frente al peligro
revolucionario. El aliado natural es Inglaterra.
En
1795 las cosas cambian. La política exterior de Godoy le lleva a
firmar la Paz de Basilea con Napoleón. El valido de Carlos IV
obtiene el título de Príncipe de la Paz y el hasta ahora aliado
pasa a ser enemigo de la Corona. España participa en el bloqueo a
Gran Bretaña. Con el cambio de siglo, Inglaterra intenta romperlo y
pone cerco a puertos importantes como el de Brest. Objetivo militar
también será la base naval de Ferrol.
El
25 de agosto de 1800 cunde la alarma en A Coruña. Nada menos que
“los ingleses han logrado hacer un desembarco al norte de nuestras
costas”. No era infrecuente la presencia inglesa en la costa más
próxima. Los ataques corsarios a barcos que unían los pueblos de la
comarca o a otros mercantes eran habituales. El desembarco de tropas
dispuestas a tomar la base militar era un hecho excepcional.
Ya
desde el día anterior se habían avistado numerosas velas
acercándose a la costa ferrolana. La fortificación de la Ría hacía
imposible un ataque por mar. El ataque por tierra era menos
previsible. Cuarenta navíos formaban la escuadra atacante, dieciseis
mil hombres el contingente enemigo. Fondean en la ensenada de Doniños
y desembarcan con la intención de tomar Ferrol.
La
reacción inicial desde A Coruña es de temor. Si cae Ferrol, el
siguiente objetivo será la sede de la Capitanía General. El día 26
se reúne el concejo coruñés. Las primeras medidas muestran el
temor que invade la ciudad. El Concejo ante “los enemigos de
nuestra religión”, y convencidos de que “el auxilio del Cielo es
el mejor asilo”, acuerda celebrar a las diez de la mañana
siguiente una misa cantada. En ella solicitan a Nuestra Señora
Soberana y Patrona la mediación, la bendición de las armas locales.
Al tiempo se encomienda a José Castro Sande, diputado del concejo,
para que gestione ante los conventos de Santo Domingo y San Francisco
el auxilio de alojamiento de tropas.
Al
día siguiente se vuelve a reunir el concejo. Los corregidores,
Antonio Alcaide y Fernando Freire de Andrade, los regidores Antonio
María de Lago, Esteban de Vales, Francisco Rivera, Bernardo Villar,
Félix Pazos, Diego Auger, Francisco Marín, José Castro Sande,
Gerónimo Hijosa, Juan Vicente Villar de Francos, Isidro Sequeiros y
Lorenzo Pose acuerdan el toque a generala. La escuadra inglesa está
a la vista. El ataque a Ferrol fue rechazado y se teme un ataque a la
ciudad con desembarco de tropas en el puerto de Bens.
Por
bando público se convoca a toda la población para la defensa de la
plaza. Todos los vecinos deben tomar las armas en la Plaza de la
Harina y desde allí dirigirse a donde se les ordene. Los jornaleros
del campo de la jurisdicción también deben acudir en socorro de la
ciudad, incluso los de la provincia. Deben traer sus picas para
apostarse en las calles y en los puntos del puerto señalados.