Está ubicado en un lugar estratégico, dominando visualmente las tierras del señorío de los Andrade. La planta se adapta al peñasco en que se asienta, la peña Leboreiro. Está defendido por un foso y su puerta de entrada está flanqueada por dos torres.
Destaca la imponente torre del homenaje que dispone de tres pisos con un total de veinte metros de altura. Dispone de planta subterránea y destaca en su fachada el sistema de recogida de agua de lluvia que se canaliza directamente al pozo.
A principios del siglo XX su propietario, el Duque de Alba, realizó obras de restauración que fueron proyectadas por el arquitecto Tenreiro.
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