Ero era un noble gallego del siglo XII que, por intercesión de la Virgen María, fundó el monasterio de Armenteira allí donde tenía su palacio.
Ero, ya como abad, rogaba a la Virgen que le permitiera saber en vida como era el Paraíso. Salió un día del monasterio y, paseando por los bosques cercanos, se detuvo a escuchar el canto de un pájaro. Regresó al cenobio y preguntó por los monjes que allí había dejado. Nadie supo responderle y a él nadie le reconocía. En el instante aquel del canto del pájaro habían transcurrido trescientos años. Comprendió Ero el milagro y fue a postrarse a los pies de la Virgen de Armenteira. Allí quedó muerto San Ero, permitiéndosele así conocer de verdad la eternidad del Paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario